La noticia «Detenido el jefe de Delitos Económicos de la Policía en Madrid con más de 20 millones de euros emparedados en su casa» me hizo recordar cosas, y salió un cuento.
María sonrió mientras observaba a sus hijos, Lucía y Pablo, discutiendo animadamente en inglés sobre el último episodio de su serie favorita en una plataforma de streaming. Recordó con nostalgia su propia infancia, cuando las tardes de sábado significaban sentarse frente al televisor para ver las aventuras del Oso Yogui.
«¿Sabes, mamá?», dijo Lucía, «En el episodio de hoy, los personajes han hecho un pícnic con sándwiches. ¿Por qué aquí no comemos sándwiches en los pícnics?»
María se rio. «Bueno, aquí los llamamos bocadillos. Pero yo sé lo que son los sándwiches, o emparedados como se dice en algunos países, gracias al Oso Yogui».
Pablo la miró con curiosidad. «¿El Oso Yogui? ¿Quién es ese?»
«Era mi personaje favorito cuando era pequeña», explicó María. «Era un oso que vivía en el Parque Jellystone y siempre intentaba robar las cestas de pícnic de los visitantes».
Los niños se miraron confundidos. «¿Por qué querría robar comida?», preguntó Pablo.
«Porque le encantaban los emparedados», respondió María, recordando con cariño. «Siempre decía ‘¡Ey, Ey, Ey!’ cuando veía una cesta de pícnic».
Lucía frunció el ceño. «Pero mamá, robar está mal».
«Tienes razón», asintió María. «Pero era un dibujo animado, no era real. Lo importante es que gracias a estos programas, aprendí muchas cosas sobre la cultura latinoamericana y norteamericana que no conocía en España».
«Como nosotros», dijo Pablo emocionado. «Aprendemos mucho inglés y sobre otras culturas».
María asintió, orgullosa, de cómo sus hijos estaban creciendo plurilingües casi sin esfuerzo. «Exacto. Ver series y películas en versión original es una excelente manera de aprender un idioma».
«¿Y por qué tú no hablas inglés tan bien como nosotros, mamá?», preguntó Lucía.
María se rio. «Bueno, en mi época no teníamos tantas opciones. El Oso Yogui estaba doblado al castellano. Pero me alegro de que vosotros tengáis esta oportunidad».
«¿Podemos ver un episodio del Oso Yogui contigo, mamá?», preguntó Pablo.
«Claro que sí», respondió María. «Pero lo veremos en inglés. Así podréis practicar y yo también mejoraré mi inglés».
Mientras se acomodaban en el sofá para ver juntos las aventuras del Oso Yogui, María reflexionó sobre cómo la cultura popular –desde los dibujos animados de su infancia hasta las series de streaming actuales– había sido una ventana al mundo y un puente entre generaciones, uniendo a su familia a través del lenguaje y la diversión compartida.