Recibí un SMS diciéndome que pasara a buscar vuestro catálogo. Hoy lo hice. Tuve que esperar mi turno casi 15 minutos porque sólo teníais dos personas en la oficina de atención al cliente. De pie, todos los asientos estaban ocupados. Sólo dos. Me habéis pedido el DNI. Me pareció exagerado, sólo se trataba de conseguir un catálogo publicitario donde decís que todos vuestros productos son maravillosos; no estaba pidiendo ningún visado para viajar a un país difícil, pero vosotros lo sois más: En la república independiente de IKEA el DNI no es suficiente, también necesitáis la tarjeta de cliente. No la encontré. «Sin ella no hay catálogo», dijo vuestra empleada. Estaba allí en persona, teníais mi DNI ante las narices y bastaría para que cualquier madero atravesado comprobase quien soy, pero a vosotros no os bastaba. Además podía enseñar el SMS invitándome a recoger el catálogo de marras, pero tampoco servía. Pedí comprobar si tengo la tarjeta en ese sistema informático que sí funciona a la hora de enviarme SMS. Pero no, «es nuestra norma» mostrar la tarjeta, dijo la empleada. Como si se tratase de uno de los XII mandamientos que recibió Moisés en el monte Sinaí. No soy creyente, qué le vamos a hacer; ser racional me hace pensar que sois absolutamente ineptos a la hora de atender un cliente que se molestó en ir hasta vuestra tienda y esperar de pie casi 15 minutos, pero que vuestro sistema informático es jodidamente eficaz para encontrar mi buzón físico, de SMS, correo electrónico, e inundarlo con las ofertas de ese puto catálogo que luego no me queréis entregar.
Usáis mis datos personales para enviarme publicidad. En ocasiones me ofrece más publicidad (en forma de catálogo) si vengo a vuestra tienda. Cuando hago el esfuerzo, en vez de darme las gracias (que es lo que haría cualquier persona con dos dedos de frente) me pedís que presente más papeles que lo que reclamaría un policía chungo con dolor de muelas. Si no los tengo me pegáis un portazo en las narices. ¿Creéis que vuestro catálogo vale tanto? Ni que junto a él regalarais el iPhone 9s con pantalla plegable hasta la medida de un sello ¿Quien os habéis creído que sois y quién pensáis que paga vuestros sueldos?
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Entendí el mensaje: «tu tiempo nos importa una mierda». Esto me ha hecho ver claro que tampoco merecéis el tiempo que pueda usar en leer ese catálogo dirigido a los que presentan un DNI y vuestra tarjeta, más de lo necesario para traspasar la frontera de muchas dictaduras. Ya no lo quiero. Lo podéis usar, hoja a hoja, para secar las gotas que caen de la barbilla de vuestros ejecutivos babeantes ante la visión de esas tarjetas de plástico que queréis que llevemos siempre encima.
Mientras tanto he recordado que en una tienda similar me ofrecieron una bolsa para el catálogo (mejor editado que el vuestro) cuando la cajera vio que lo recogía mientras pagaba la compra. Eso hizo que dejase vuestra sartén, la que tenia previsto compraros, en el lugar donde me pilló. La encontraréis en la sección de alfombras. Finalmente la compré en otra tienda, me costó 4 Eur menos, y es mejor.
1 comentario. Dejar nuevo
Me has seducido. Pones letra al sentimiento que he tenido en tantas ocasiones