Menéame: un año de vuelta que en realidad son veinte

Dicen que un año de perro equivale a siete en humanos. En Menéame, uno equivale a veinte de internet. Después de veinte, seguimos vivos, rentables y más libres que nunca.

LinkedIn me recuerda que hace justo un año volví a Menéame. No deja de tener algo de ironía: LinkedIn, la red que vive del karma profesional, me recuerda mi regreso a Menéame, la red donde el karma digital, comunitario, se inventó de verdad.

En diciembre hará veinte años del nacimiento de Menéame. En 2015 dejé de ser su CEO por incompatibilidad con un cargo en la administración pública. Ocho años después, volví. No por nostalgia —de eso ya andamos servidos— sino porque me parecía injusto dejar morir una de las pocas comunidades digitales que aún no están gobernadas por un algoritmo opaco.

Durante este último año, Menéame ha cambiado de rumbo bajo la dirección de Ángel L. Fernández (también CEO de Jot Down). Salimos de pérdidas, aumentaron los usuarios únicos y, lo más importante, la permanencia media está entre 9 y 13 minutos, algo casi inaudito en 2025, cuando el resto del web se desangra en métricas.

2025 ha sido un año terrible para casi todos los medios: caídas históricas de tráfico, de ingresos, de relevancia. Pero no para nosotros. Y no por milagro, sino por algo tan sencillo como volver al origen: las conversaciones humanas.

Por qué quise volver

Dos razones muy concretas me empujaron a volver:

1. Reddit anunció su IPO

En aquel momento, muchos decían que Reddit era un fósil digital, igual que nosotros. Que las redes sociales modernas lo barrerían. Pues bien: salió a bolsa en marzo de 2024 a $40, y hoy está a más de $210. Ni Nvidia escaló tanto en tan poco tiempo.

Reddit no era viejo; era un clásico que todavía funciona. Y de qué manera.

Eso me hizo pensar: si Reddit puede demostrar que las comunidades siguen siendo un producto con futuro, Menéame también puede serlo.

2. Mi emprendimiento se retrasaba

Por motivos personales y de go-to-market (no de product-market fit), mi startup necesitaba más tiempo. Volver a Menéame fue, además de un retorno emocional, una forma de recuperar mi runway de caja con algo más estable y previsible.

En Dentalpic —que pronto se llamará Jawplay— alcanzamos el product–market fit muy rápido: los dentistas quieren pagar porque el producto les ahorra tiempo, mejora diagnósticos y proyecta modernidad.

El product–market fit es eso: que el mercado profesional valida el producto y está dispuesto a pagar por él.

Pero faltaba el go-to-market, que es otra cosa: conseguir que el público general entienda y adopte la propuesta. Y ahí tenemos el problema. Los pacientes todavía no confían en que somos otra cosa distinta a una clínica dental. Piensan que detrás hay el típico gancho para venderles un tratamiento carísimo.

Cambiar ese mindset no será fácil, porque ser el primero en hacer algo nuevo implica explicar el porqué una y otra vez hasta que consigamos que el público lo vea –si no sucede, jamás es culpa suya, siempre es nuestra.

(Me gusta usar términos de economía en inglés: es el idioma de los que inventaron esto de casar producto y mercado. Y de paso irrita a los haters locales, casi siempre por las razones equivocadas)

Lo más difícil

Lo más complicado no fue volver: fue cambiar la estructura y la cultura. Tras casi veinte años, ya no están quienes bloqueaban decisiones, y por fin tenemos dos cosas esenciales:

  1. Grandes profesionales en los lugares donde son realmente buenos.
  2. Respeto absoluto por los roles.

La segunda nunca se había visto antes en Menéame.

El respeto por los roles, aunque imprescindible, no basta. Hoy hay algo nuevo, invisible pero palpable: una admiración sincera por la eficacia de cada cual. Esa cultura cambió la dirección de la energía, que por fin fluye hacia el proyecto y no contra él.

Soy tan duro cuando las cosas no funcionan como apasionado cuando funcionan. Con las mismas personas, sin expulsar a nadie, prefiriendo encontrar el lugar de cada cual. Sabiendo qué somos y, sobre todo, qué no somos.

Ese cambio, esencial, nos da una base firme para crecer y, si hace falta, atraer inversión sin miedo a que nadie sabotee el proceso desde dentro.

Antes de 2015, cuando proponía una idea, la respuesta habitual era:

Si es tu idea, prográmala tú. Y si no, eres un cantamañanas y un vendehumos

Así no se puede construir nada desde ningún rol estratégico, y menos aún desde el de CEO.

¿Era imposible profesionalizar Menéame?

Exacto, era imposible.

Menéame estuvo años bloqueado por la desconfianza y la falta de cultura de trabajo en equipo.

Las empresas suelen morir por falta de runway de caja y de entendimiento entre los socios. Cuando hay caja y hay entendimiento, sucede que lo tienes todo: el pivotar será orgánico, aparecerá el camino, y tendréis dinero para recorrerlo.

Siempre tuvimos caja, pero nunca hubo entendimiento ni respeto esencial a ningún rol, cosa que hacía que la caja no sirviese para abrir ningún camino nuevo e interesante.

En 2015, cuando dejé de ser CEO, allí estaba la caja: intacta desde la inversión de Varsavsky en 2006. Sin saber qué hacer con ella. ¡Qué fallo más grande! Para el inversor y para el proyecto —visto hoy, y por mí, que algo he aprendido.

Nos ha costado 19 años, pero por fin nos hemos quitado todo eso de encima.

El trabajo sucio

También ha sido necesario crear fricciones dentro de la comunidad. En una comunidad abierta, si no se generan, otros acaban generando las fricciones —y no suelen ser los mejores, sino todo lo contrario. Hay gente muy tóxica suelta por las comunidades. De hecho, les encantan. Están ahí enroscados el tiempo necesario para intoxicarlo absolutamente todo si nadie les pone límites.

Yo me he encargado de ese papel, el más impopular: provocar el rechazo de quienes viven del conflicto. Nunca me he tomado demasiado en serio a mí mismo, así que podía hacerlo sin miedo.

El resultado, un año después, es que en Menéame se respira mucho mejor.

Aún queda mucho por hacer, porque Menéame no es solo un producto, es un sentimiento compartido. Construir sobre una comunidad exige empatía, constancia y piel dura, porque vivimos tiempos en que todo está radicalizado. La cancelación de personas por ideología es una plaga, y no queremos que nadie tenga miedo de opinar distinto.

Queremos un Menéame más diverso, donde la discrepancia no se castigue, sino que se entienda como parte esencial de lo que somos.

Mientras tanto, me da igual lo que digan de mí: no tengo miedo de abrir todas las cajas de truenos que haga falta para librarnos de los personajes tóxicos.

No será fácil, pero el cambio en un solo año ya ha sido enorme.

Lo que viene

Menéame nació cuando las redes aún eran lugares de conversación, no de manipulación. Hoy seguimos defendiendo eso, con un tagline que resume nuestra hoja de ruta:

El algoritmo eres tú

Se trata de una declaración de principios que, quizás, veinte años después, sigue siendo más revolucionaria que nunca.

El Manifiesto Contragorítmia, de nuestro CEO Ángel L Fernández, es enorme. A los dos nos apasionan los algoritmos, y la IA, pero solo cuando ocupan el lugar que les corresponde. Esa es la esencia de toda cultura: saber qué hacer, dónde, cuándo y cómo hacerlo.

El último año Menéame deja atrás sus fantasmas, respira mejor y demuestra que el algoritmo, esta vez, eres tú.

Ha sido un año de vuelta que valió por veinte.

¡A por veinte más!

Muchas gracias.


Imagen: Por Nam Anh en Unsplash

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